“¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que
pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado”. Al momento recobró la
vista y comenzó a seguirlo por el camino”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 10, 46-52:
+
En aquel tiempo,
al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un
ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo
limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar:
“¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se
callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten
compasión de mí!”.
“¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó:
“Maestro, que pueda ver”
Jesús se detuvo
entonces y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole: “¡Ánimo!
Levántate, porque él te llama”. El ciego tiró su manto; de un salto se puso en
pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por
ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu
fe te ha salvado”. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el
camino. Palabra del Señor.
Comentario al Evangelio
por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir
y a dar su vida por la redención de todos”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 19, 35-45:
+
En aquel tiempo,
se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron:
“Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte”. Él les dijo: “¿Qué
es lo que desean?” Le respondieron: “Concede que nos sentemos uno a tu derecha
y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les replicó: “No saben
lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo
con que seré bautizado?” Le respondieron: “Sí podemos”. Y Jesús les dijo:
“Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con
que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me
toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado”.
"el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir"
Cuando los otros
diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió
entonces a los Doce y les dijo: “Ya saben que los jefes de las naciones las
gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe
ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que
sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos,
así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y
a dar su vida por la redención de todos”. Palabra el Señor.
Comentario al
Evangelio por Fr. Rufino Ma. Grández Lecumberri, OFM:
“Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús, mirándolos fijamente, les
dijo: “Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es
posible”
Lectura del Santo
Evangelio según san Marcos 10, 17-30:
+
En aquel tiempo,
cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló
ante él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida
eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo
Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no
robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu
padre y a tu madre”.
Entonces él le
contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con
amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero
a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”. Pero
al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque
tenía muchos bienes.
“Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es
posible”
Jesús, mirando a
su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los
ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos quedaron sorprendidos ante
estas palabras; pero Jesús insistió: “Hijitos, ¡qué difícil es para los que
confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un
camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de
Dios”.
Ellos se
asombraron todavía más y comentaban entre sí: “Entonces, ¿quién puede
salvarse?” Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: “Es imposible para los
hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible”.
Entonces Pedro le
dijo a Jesús: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”.
Jesús le
respondió: “Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas,
o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de
recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres,
hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna”. Palabra
del Señor.
Comentario al Evangelio
por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el
Reino de Dios es de los que son como ellos”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 10, 2-16:
+
En aquel tiempo,
se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
“¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?”
Él les respondió:
“¿Qué les prescribió Moisés?” Ellos contestaron: “Moisés nos permitió el
divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa”. Jesús les
dijo: “Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero
desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará
el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una
sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios
unió, que no lo separe el hombre”.
Ya en casa, los
discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: “Si uno se
divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y
si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”.
"Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan"
Después de esto,
la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos
trataban de impedirlo.
Al ver aquello,
Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo
impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que
el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.
Después tomó en
brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García: