“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito
el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a
verme?”
Lectura del santo
Evangelio según san Lucas 1, 39-45:
+
En aquellos días,
María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en
la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la
creatura saltó en su seno.
"¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme?"
Entonces Isabel
quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la
madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño
saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto
te fue anunciado de parte del Señor”. Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Fr. Rufino Ma. Grández Lecumberri, OFM:
“Es cierto que yo bautizo con
agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las
correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”
Lectura del
santo Evangelio según san Lucas 3, 10-18:
+
En aquel tiempo, la gente le preguntaba a
Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?” Él contestó: “Quien tenga dos túnicas,
que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”.
También acudían a él los
publicanos para que los bautizara, y le preguntaban: “Maestro, ¿qué tenemos que
hacer nosotros?” Él les decía: “No cobren más de lo establecido”. Unos soldados
le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?” Él les dijo: “No
extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su
salario”.
"ya viene otro más poderoso
que yo"
Como el pueblo estaba en
expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de
dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más
poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él
los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano
para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la
paja en un fuego que no se extingue”.
Con éstas y otras muchas
exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva. Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, predicando
un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados”
Lectura del santo
Evangelio según san Lucas 3, 1-6:
+
En el año décimo
quinto del reinado del César Tiberio, siendo Poncio Pilato procurador de Judea;
Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, tetrarca de las regiones de
Iturea y Traconítide; y Lisanias, tetrarca de Abilene; bajo el pontificado de
los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino la palabra de Dios en el desierto
sobre Juan, hijo de Zacarías.
Entonces comenzó a
recorrer toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para
el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del
profeta Isaías
"Ha resonado una
voz en el desierto:
Preparen el camino
del Señor,
hagan rectos sus
senderos.
Todo valle será
rellenado,
toda montaña y
colina, rebajada;
lo tortuoso se
hará derecho,
los caminos
ásperos serán allanados
y todos los
hombres verán la salvación de Dios". Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Fray Rufino Ma. Grández Lecumberri, OFM:
“Entonces verán venir al Hijo del hombre en una
nube, con gran poder y majestad.”
Lectura del santo
Evangelio según san Lucas 21, 25-26, 34-36:
+
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: “Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las
estrellas. En la tierra, las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el
estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa
espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se
bambolearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre en
una nube, con gran poder y majestad.
Cuando estas cosas comiencen a suceder,
pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su
liberación. Estén alerta, para que los vicios, con el libertinaje, la
embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel
día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa sobre
todos los habitantes de la tierra.
Velen, pues, y hagan
oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y
comparecer seguros ante el Hijo del hombre.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que
todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su
pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 12, 38-44:
+
En aquel tiempo,
enseñaba Jesús a la multitud y le decía: “¡Cuidado con los escribas! Les
encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles;
buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los
banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de
largos rezos. Éstos recibirán un castigo muy riguroso”.
"ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir"
En una ocasión
Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente
echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó
una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus
discípulos, Jesús les dijo: “Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la
alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero
ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir”. Palabra del Señor.
Comentario al Evangelio
por Fr. Rufino Ma. Grández Lecumberri, OFM:
Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le
contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado”
Lectura del Evangelio
según san Marcos 10, 46-52:
+
En aquel tiempo,
al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un
ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo
limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar:
“¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se
callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten
compasión de mí!”.
“¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó:
“Maestro, que pueda ver”
Jesús se detuvo
entonces y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole: “¡Ánimo!
Levántate, porque él te llama”. El ciego tiró
su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo
Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que
pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado”. Al momento recobró la
vista y comenzó a seguirlo por el camino. Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a
los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 10, 17-30:
+
En aquel tiempo,
cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló
ante él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida
eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo
Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no
robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu
padre y a tu madre”.
Entonces él le
contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con
amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero
a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”.
Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado,
porque tenía muchos bienes.
Jesús, mirando a
su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los
ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos quedaron sorprendidos ante
estas palabras; pero Jesús insistió: “Hijitos, ¡qué difícil es para los que
confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un
camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de
Dios”.
“¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!”
Ellos se
asombraron todavía más y comentaban entre sí: “Entonces, ¿quién puede
salvarse?” Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: “Es imposible para los
hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible”.
Entonces Pedro le
dijo a Jesús: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”.
Jesús le
respondió: “Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas,
o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de
recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres,
hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna”. Palabra
del Señor.
Comentario al
Evangelio por Fr. Rufino Ma. Grández Lecumberri, OFM:
"Por eso dejará el hombre a su padre y
a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya
no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el
hombre”
Lectura del Santo
Evangelio según san Marcos 10, 2-16:
+
En aquel tiempo,
se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
“¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?”
Él les respondió:
“¿Qué les prescribió Moisés?” Ellos contestaron: “Moisés nos permitió el
divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa”. Jesús les
dijo: “Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero
desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso
dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos
una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que
Dios unió, que no lo separe el hombre”.
Ya en casa, los
discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: “Si uno se
divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y
si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”.
“Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan"
Después de esto,
la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos
trataban de impedirlo.
Al ver aquello,
Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo
impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que
el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.
Después tomó en
brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. Palabra del
Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz
de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro
favor”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 9, 38-43, 45, 47-48:
+
En aquel tiempo,
Juan le dijo a Jesús: “Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu
nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos”. Pero Jesús le
respondió: “No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi
nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra
nosotros, está a nuestro favor.
Todo aquel que les
dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que
no se quedará sin recompensa.
"Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor"
Al que sea ocasión
de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le
pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.
Si tu mano te es
ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna,
que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu
pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida
eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te
es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de
Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el
gusano no muere y el fuego no se apaga’’. Palabra del Señor.
Comentario al Evangelio
por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue
con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero
el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 8, 27-35:
+
En aquel tiempo,
Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por
el camino les hizo esta pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le
contestaron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y
otros, que alguno de los profetas”.
Entonces él les
preguntó: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?” Pedro le respondió: “Tú eres el
Mesías”. Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.
Luego se puso a
explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera
rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera
entregado a la muerte y resucitara al tercer día.
"y ustedes quién dicen que soy yo...¡tú eres el Mesías!"
Todo esto lo dijo
con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo.
Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas
palabras: “¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según
los hombres”.
Después llamó a la
multitud y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venir conmigo, que
renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera
salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el
Evangelio, la salvará”. Palabra del Señor.
Comentario al Evangelio
por Fr Rufino Ma. Grández Lecumberri, OFM:
“Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede
manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 7, 1-8, 14-15, 21-23:
+
En aquel tiempo,
se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén.
Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es
decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por
qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros
mayores?” (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes
las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del
mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras
cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).
Jesús les
contestó: “¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando
escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos
de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son
sino preceptos humanos!” Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios,
para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.
"porque del corazón de hombre salen las intensiones malas"
Después, Jesús
llamó a la gente y les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de
fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro;
porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones,
los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los
fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la
frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre”. Palabra
del Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y
nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”
Lectura del santo
Evangelio según san Juan 6, 55, 60-69:
+
En aquel tiempo,
Jesús dijo a los judíos: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera
bebida”. Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: “Este modo de
hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?”
Dándose cuenta
Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué
sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es
quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho
son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen”. (En
efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de
traicionar). Después añadió: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí,
si el Padre no se lo concede”.
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna"
Desde entonces,
muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También ustedes quieren dejarme?” Simón
Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna;
y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan
vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el
mundo tenga vida’’
Lectura del santo
Evangelio según san Juan 6, 41-51:
+
En aquel tiempo,
los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan vivo que
ha bajado del cielo”, y decían: “¿No es éste, Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no
conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?”
Jesús les
respondió: “No murmuren. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que
me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los
profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al
Padre y aprende de él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre,
fuera de aquel que procede de Dios. Ese sí ha visto al Padre.
"yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo"
Yo les aseguro: el
que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres
comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Éste es el pan que ha
bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha
bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo
les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida’’. Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed”.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 24-35:
+En aquel tiempo, cuando la gente vio que en aquella parte del lago no estaban Jesús ni sus discípulos, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm para buscar a Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste acá?” Jesús les contestó: “Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre; porque a éste, el Padre Dios lo ha marcado con su sello”.
Ellos le dijeron: “¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?” Respondió Jesús: “La obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien él ha enviado”. Entonces la gente le preguntó a Jesús: “¿Qué signo vas a realizar tú, para que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo”.
“Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre"
Jesús les respondió: “Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo”.
Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les contestó: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed”. Palabra del Señor.
Comentario al Evangelio por Fr. Rufino Ma. Grández Lecumberri, OFM:
“la gente, al ver el signo que Jesús había hecho, decía: “Éste es,
en verdad, el profeta que habría de venir al mundo”
Lectura del santo
Evangelio según san Juan 6, 1-15:
+
En aquel tiempo,
Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo
seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía curando a los
enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la
Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le
dijo a Felipe: “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?” Le hizo esta
pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe
le respondió: “Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le
tocara un pedazo de pan”. Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón
Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos
pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” Jesús le respondió: “Díganle a
la gente que se siente”. En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se
sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.
“Éste es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo”
Enseguida tomó
Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los
que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo
que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos:
“Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”. Los recogieron y
con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos.
Entonces la gente,
al ver el signo que Jesús había hecho, decía: “Éste es, en verdad, el profeta
que habría de venir al mundo”. Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para
proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo. Palabra del Señor.
Comentario al Evangelio
por Mons. Cristóbal Ascencio Gaecía:
“Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”,
porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para
comer”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 6, 30-34:
+
En aquel tiempo,
los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían
hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario,
para que descansen un poco”, porque eran tantos los que iban y venían, que no
les dejaban tiempo ni para comer.
"y se compadeció de ellos..."
Jesús y sus
apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La
gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron
corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Cuando Jesús
desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció
de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas
cosas. Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Fr. Rufino Ma. Grández Lecumberri, OFM:
“¡Talitá, kum!”, que significa: “¡Óyeme, niña, levántate!” La niña,
que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 5, 21-43:
+
En aquel tiempo,
cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y
ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la
sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con
insistencia: “Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se
cure y viva”. Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.
¿Quién ha tocado mi manto?
Entre la gente
había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había
sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna,
pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le
acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo
tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su
hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús notó al
instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió hacia la gente y
les preguntó: “¿Quién ha tocado mi manto?” Sus discípulos le contestaron:
“Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: ‘¿Quién me ha
tocado?’ ” Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido.
Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había
pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó,
diciendo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu
enfermedad”.
óyeme niña, ¡levántate!
Todavía estaba
hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga
para decirle a éste: “Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al
Maestro?” Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
“No temas, basta que tengas fe”. No permitió que lo acompañaran más que Pedro,
Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Al llegar a la
casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los
llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: “¿Qué significa tanto
llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida”. Y se reían de él.
Entonces Jesús
echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a
donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: “¡Talitá, kum!”, que
significa: “¡Óyeme, niña, levántate!” La niña, que tenía doce años, se levantó
inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les
ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer
a la niña. Palabra del Señor.
“Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”
Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “¡Cállate, enmudece!”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 4, 35-41:
+
Un día, al
atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla del lago”.
Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma
barca en que estaba. Iban además otras barcas.
“¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?”
De pronto se
desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban
llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo
despertaron y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” Él se
despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “¡Cállate, enmudece!” Entonces el
viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: “¿Por qué tenían tanto
miedo? ¿Aún no tienen fe?” Todos se quedaron espantados y se decían unos a
otros: “¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?” Palabra
del Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo
podremos representar?”
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 4, 26-34:
+
En aquel tiempo,
Jesús dijo a la multitud: “El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un
hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin
que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va
produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los
granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano
de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha”.
"con que compararemos el Reino de los Cielos"
Les dijo también:
“¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos
representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más
pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el
mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a
su sombra”.
Y con otras muchas
parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que
ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus
discípulos les explicaba todo en privado. Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Fr. Rufino Ma. Grández Lecumberri, OFM: