"Yo soy la verdadera vid y mi Padre es
el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da
fruto lo poda para que dé más fruto”
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 1-8:
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En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid y mi
Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al
que da fruto lo poda para que dé más fruto.
"yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador"
Ustedes
ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo
en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece
en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes
los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante,
porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera,
como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si
permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y
se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se
manifiesten así como discípulos míos''. Palabra del Señor.
Comentario al Evangelio por Mons. José C.
Parra Novo, OP:
“Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis
ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco
al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas”
Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 11-18:
+
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor
da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni
el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el
lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le
importan las ovejas.
"yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas"
Yo
soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así
como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis
ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que
las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo
pastor.
El
Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la
doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a
tomar. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre’’. Palabra del Señor.
Comentario al Evangelio por Fr. Rufino M.
Grández Lecumberri, OFM:
“tenía que cumplirse todo lo que estaba
escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos"
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 24, 35-48:
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Cuando
los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban
reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y
cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras
hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
"La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados y llenos de temor,
creían ver un fantasma. Pero él les dijo: "No teman; soy yo. ¿Por qué se
espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy
yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos,
como ven que tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos
no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo:
"¿Tienen aquí algo de comer?" Le ofrecieron un trozo de pescado
asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
"no teman, soy yo, porqué se espantan"
Después
les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún
estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en
la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".
Entonces
les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo:
"Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de
entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a
todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios
para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto". Palabra
de Señor.
Comentario al Evangelio por José Cayetano
Parra Novo, OP:
“Trae acá tu mano, métela en mi costado y no
sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios
mío!" Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que
creen sin haber visto"
Lectura de Santo Evangelio según san Juan 20, 19-31:
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Al
anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa
donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en
medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les
mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se
llenaron de alegría.
De
nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha
enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre
ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los
pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán
sin perdonar".
"Dichosos los que creen sin haber visto"
Tomás,
uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero
él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no
meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no
creeré".
Ocho
días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba
con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La
paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos;
acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino
cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús
añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber
visto".
Otros
muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos
en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el
Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra
del Señor.
Comentario al Evangelio por el Pbro. Ignacio González Fernández: