“El que me ama, cumplirá mi palabra y mi
Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada”
Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 23-29:
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En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama, cumplirá mi palabra
y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no
me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino
del Padre, que me envió.
"el que me ama, cumplirá mi palabra, y mi padre lo amará"
Les
he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu
Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les
recordará todo cuanto yo les he dicho.
La
paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la
paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si me
amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo.
Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean”. Palabra
del Señor.
Comentario al Evangelio por Fray Rufino M.
Grández L.:
“Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros,
como yo los he amado”
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 31-33, 34-35:
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“Cuando
Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del
hombre y Dios ha sido glorificado en él Si Dios ha sido glorificado en él,
también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.
"les doy un mandamiento nuevo, que se amen los uso a los otros"
Hijitos,
todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen
los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos
que ustedes son mis discípulos”. Palabra del Señor.
Comentario al Evangelio por el Pbro. Juan
Carlos Santos V:
“Mis ovejas escuchan mi voz; y yo las conozco y ellas me siguen”
Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 27-30:
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En
aquel tiempo, Jesús dijo a los Judíos: “Mis ovejas escuchan mi voz; y yo las
conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás;
nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a
todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”.
Palabra
del Señor.
"Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen"
Comentario al Evangelio por el Pbro.
Eusebio García M.:
“Esta fue la tercera
vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los
muertos”
Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-19:
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En aquel tiempo, Jesús se les
apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció
de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro,
Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de
Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se embarcaron, pero
aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando
Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús
les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?”
Ellos contestaron: “No”. Entonces él
les dijo: “Echen la red a la derecha de
la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar
la red por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien
amaba Jesús le dijo a Pedro: “Eh el Señor”.
Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura
la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos
llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de
tierra más de cien metros.
"Señor tu bien sabes que te quiero, apacienta mis ovejas"
Tan pronto como saltaron a
tierra, vieron unas brasas y sobro ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban
de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la
orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a
pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los
discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién
eres?’, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y
se lo dio y también el pescado.
Esta fue la tercera vez que
Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Después de almorzar le
preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón,
hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” Él le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”.
Por segunda vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Él le
respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te
quiero”. Jesús le dijo: “Pastorea mis
ovejas”.
Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”
Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo
quería, y le contestó: “Señor, tú lo
sabes todo; tú bien sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas.
Yo
te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde
querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te
llevará a donde no quieras”. Esto se lo
dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios.
Después le dijo: “Sígueme”. Palabra
del Señor.
Comentario
al Evangelio por Fray Rufino M. Grández L.:
“Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31:
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Al
anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa
donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en
medio de ellos y les dijo: “La paz esté
con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los
discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De
nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con
ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de
decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban
el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados;
y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.
"tú crees porque me has visto, dichosos los que creen sin haber visto"
Tomás,
uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos
visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si
no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros
de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
Ocho
días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba
con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo
a Tomás: “Aquí están mis manos, acerca tu
dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”.
Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios
mío!”. Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin
haber visto”.
Otros
muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos
en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el
Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra
del Señor.
Comentario al Evangelio por Fr. Rufino M.
Grández L.: