“Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?”
Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete
y ya no vuelvas a pecar”
Lectura el santo
Evangelio según san Juan 8, 1-11:
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En aquel tiempo,
Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el
templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les
enseñaba.
Entonces los
escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y
poniéndola frente a él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en
flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú
que dices?”
“Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”
Le preguntaban
esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a
escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta, se incorporó y
les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera
piedra”. Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.
Al oír aquellas palabras,
los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más
viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto
a él.
Entonces Jesús se
enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha
condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te
condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”. Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y
ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’”
Lectura del santo
Evangelio según san Lucas :15, 1-3, 11-32:
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En aquel tiempo,
se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo
cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Éste recibe a los
pecadores y come con ellos”.
Jesús les dijo
entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo
a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca’. Y él les
repartió los bienes.
No muchos días
después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá
derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo
todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a padecer
necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual
lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas
que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.
Se puso entonces a
reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de
sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi
padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco
llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’.
"su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y lo cubrió de besos"
Enseguida se puso
en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo
vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al
cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.
Pero el padre les
dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela;
pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo
y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y
ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el
banquete.
El hijo mayor
estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los
cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le
contestó: ‘Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por
haberlo recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.
Salió entonces el
padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo,
sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito
para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que
despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’.
El padre repuso:
‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer
fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la
vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’”. Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García:
El viñador le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; voy a
aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el
año que viene la cortaré’”
Lectura del santo
Evangelio según san Lucas 13, 1-9:
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En aquel tiempo,
algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado
matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les
hizo este comentario: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les
sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que
no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante. Y aquellos
dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que
eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que
no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”.
"Señor, déjala, voy a echarle abono, para ver si da fruto"
Entonces les dijo
esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar
higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Mira, durante tres años
seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado.
Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?’ El viñador le contestó:
‘Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle
abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré’ ”. Palabra
del Señor.
Comentario al
Evangelio por Fr. Rufino Ma. Grández Lecumberri, OFM:
“se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por
la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: “Éste es mi
Hijo, mi escogido; escúchenlo”
Lectura del santo evangelio
según san Lucas 9, 28b-36:
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En aquel tiempo,
Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para
hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se
hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él
dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la
muerte que le esperaba en Jerusalén.
Pedro y sus
compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de
Jesús y de los que estaban con él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a
Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres
chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que
decía.
“De la nube salió una voz que decía: Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”
No había terminado
de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos
por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: “Éste es
mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo.
Los discípulos
guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían
visto. Palabra del Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García:
“Entonces el diablo le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, dile a esta
piedra que se convierta en pan”. Jesús le contestó: “Está escrito: No sólo de
pan vive el hombre”
Lectura del santo
evangelio según san Lucas 4, 1-13:
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En aquel tiempo,
Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo
Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y
fue tentado por el demonio.
No comió nada en
aquellos días, y cuando se completaron, sintió hambre. Entonces el diablo le
dijo: “Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”.
Jesús le contestó: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”.
“Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”
Después lo llevó
el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de
la tierra y le dijo: “A mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de
estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te
arrodillas y me adoras”. Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor,
tu Dios, y a él sólo servirás”.
Entonces lo llevó
a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres el
Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor
tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no
tropiecen con las piedras”. Pero Jesús le respondió: “También está escrito: No
tentarás al Señor, tu Dios”.
Concluidas las
tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta que llegara la hora. Palabra
del Señor.
Comentario al
Evangelio por Mons. Cristóbal Ascencio García: